Pedro Sánchez ha reaparecido este jueves en la sede del PSOE en Ferraz para intentar contener la mayor crisis de su mandato desde que llegó al poder en 2018. Lo ha hecho sin asumir responsabilidades y refugiado en un discurso victimista, donde ha culpado a la oposición de estar “asediando” a su Gobierno y ha descartado convocar elecciones anticipadas. Todo tras la dimisión de Santos Cerdán, su mano derecha en el partido y el segundo secretario de Organización socialista salpicado por un escándalo de corrupción en apenas una década.
La comparecencia del presidente, forzada por la presión mediática y el demoledor informe de la UCO que implica a Cerdán en una presunta trama de comisiones ilegales, se limitó a una puesta en escena de control de daños. Sánchez optó por distanciarse de su colaborador más estrecho y anunció una auditoría externa sobre las cuentas del partido y una reestructuración de la ejecutiva federal.
El jefe del Ejecutivo reconoció que “no existe la corrupción cero, pero sí la tolerancia cero cuando se produce”. Una frase que, pronunciada por alguien que llegó a La Moncloa gracias a una moción de censura contra Mariano Rajoy precisamente por la corrupción del PP, suena a rendición moral y doble vara de medir. Sánchez olvida que su propio discurso de 2018 se basó en la ejemplaridad política que hoy él mismo ha dinamitado.
Santos Cerdán, además, no es un caso aislado. Es ya el segundo secretario de Organización del PSOE investigado por delitos de corrupción. El anterior, José Luis Ábalos, también se vio obligado a dimitir tras el estallido del “caso Koldo”, otra trama que destapó el uso partidista de fondos públicos en plena pandemia. Dos hombres de máxima confianza de Sánchez, dos escándalos judiciales. Pero el presidente sigue sin asumir su responsabilidad política.
Preguntado por la posibilidad de un adelanto electoral, Sánchez fue tajante: no habrá elecciones generales anticipadas. En su lugar, acusó a la oposición —sin mencionar explícitamente al PP ni a Vox— de intentar “desestabilizar” al Gobierno mediante una “campaña de acoso” político y mediático.